" Tengo repugnancia, como viajero, a estos oficiosos cicerones, y no me agradó, en verdad, el aspecto del que se me presentaba.
—¿Supongo que conocerá usted bien este sitio?
—Ninguno mejor, señor, pues soy hijo de la Alhambra.
(...) y su nombre era Mateo Jiménez."
Washington Irving, La Alhambra, conjunto de cuentos y bosquejos de moros y españoles, 1832